Sólo fue un instante que salí y tomé aire...
No imaginé
que volviese a mi cabeza de forma tan invasiva, tomando forma y dándole vida otra vez.
Un sms que perdió su orgullo, silencioso se envió justo cuando
el reloj
cantaba la medianoche.
Una canción más bien estúpida que marca etapas, que quema neuronas al compás de un alegro.
Recordé un día en el metro, estación Baquedano, en realidad, fue hace poco. Un momento
difícil, o más bien
inflado, exagerado, con el afán de que pareciera película ochentera melodramática, donde un
beso tímido rompe el hielo con 103 personas corriendo
a sus vidas. Nadie nos mira, sólo estamos tu y yo.
Pero no termina así, el cuello
no fue capaz de actuar, y la cautela ganó.
¿Sería distinto ahora?, ¿Te extrañaría como lo
hago en este momento?
No puedo ni siquiera entender, como una acelerada noche, llena de caos, puede "traerte"
a mi.
No hay relación alguna.
Ya se acabó hace mucho. Pero ese fantasma
regresa constantemente a hacerme
sufrir, haciéndome sentir un caballo desbocado en el pecho, que quiere volar, recorrer los
kilómetros que nos separan y cantarte algo dulce mientras duermes.
No es algo físico, meramente un capricho.
El fuego en mi pecho no quiero sentir, quisiera
dejar una
cicatriz
en una hoja, y que el viento se la llevase lejos. Que algún
alma la recogiese
y me leyera lo que dice.
Entender que es un cuento, una fantasía. Una leyenda
de un país lejano, perdido del mundo, sumergido en la arena del olvido,
donde existía el
amor.
(No)
quiero
pensar
en
eso
ahora
...
Sólo quiero cerrar los ojos, y no verte más...